En un avance significativo en la astronomía, científicos chilenos han logrado detectar monóxido de carbono (CO) en la galaxia enana Leo T, situada a un millón de años luz del borde de la Vía Láctea. Este hallazgo, fundamental para entender la formación estelar en ambientes con baja metalicidad, ha sido posible gracias al trabajo conjunto del Dr. Vicente Villanueva, Investigador Adscrito del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA), y el Dr. Matías Blaña, doctor en astronomía por la Universidad de Múnich.
Descubierta en la década de 2000, Leo T había sido objeto de múltiples estudios sin que se llegara a identificar gas molecular en su interior. Sin embargo, la reciente utilización del telescopio Atacama Compact Array (ACA) del observatorio ALMA, reconocido por su alta sensibilidad, ha permitido detectar tres compactas nubes moleculares con masas cercanas a 5,000 veces la del Sol cada una, representando en conjunto alrededor del 3% del gas total de la galaxia. Este resultado pone de manifiesto la relevancia de técnicas de observación avanzadas para identificar elementos poco abundantes en ambientes extremos.
La investigación revela que al menos una de estas nubes se está desplazando fuera de Leo T, probablemente por la acción de vientos estelares y la interacción con el gas circundante de la Vía Láctea. En palabras de Villanueva, “algunas nubes permanecen unidas a la galaxia por su gravedad, pero otras parecen ser empujadas hacia el exterior, de forma similar a cómo una hoja se desprende de un vehículo en movimiento.” Este fenómeno destaca el papel crucial de los vientos estelares en la configuración y expulsión del gas molecular.
Leo T, aunque es una galaxia diminuta con una masa estelar casi un millón de veces inferior a la de la Vía Láctea, posee una cantidad sorprendente de gas, siendo cinco veces mayor que su contenido en estrellas. El Dr. Blaña subraya que, pese a que estudios anteriores sugerían que Leo T había cesado la formación de estrellas, el hallazgo del gas molecular desafía esta visión y abre nuevas interrogantes sobre su evolución y dinámica. La detección del CO, un marcador indirecto del hidrógeno molecular esencial para la formación de estrellas, ha requerido una integración de datos casi cien veces más sensible de lo habitual, consolidando a ALMA como instrumento decisivo en este tipo de investigaciones.
El proyecto CHIMERA, enmarcado en este estudio, tiene como objetivo dilucidar el comportamiento del medio interestelar en galaxias de baja masa y metalicidad. La colaboración entre científicos chilenos, que incluye además a investigadores del CATA como Rodrigo Herrera-Camus, Gaspar Galaz, Mónica Rubio y Michael Fellhauer, ha sido determinante para contextualizar estos nuevos descubrimientos.
Adicionalmente, el equipo destaca que Leo T presenta factores de conversión CO-H₂ elevados, lo que indica que gran parte del hidrógeno molecular permanece oculto a través de las observaciones directas de CO. Esto propone que las condiciones semejantes a las del universo primitivo podrían estar favoreciendo la formación estelar en esta diminuta galaxia, la cual actúa como un vestigio histórico que nos permite vislumbrar el encendido de las primeras luces cósmicas.
Mirando hacia el futuro, los investigadores planean realizar nuevas observaciones de Leo T con ALMA a mayor resolución, con el fin de analizar con mayor precisión la estructura interna de sus nubes y comprender mejor la interacción entre el gas atómico y molecular. Además, se han abierto propuestas para utilizar el radiotelescopio VLA y el instrumento APEX, esto con el objetivo de reconstruir su historia orbital y determinar el pasado e impacto de la interacción de la galaxia con la Vía Láctea.
El descubrimiento no solo enriquece el conocimiento sobre la formación estelar en condiciones extremas, sino que también enfatiza el potencial de la tecnología astronómica para desentrañar los enigmas del universo. El esfuerzo colaborativo internacional que respalda el proyecto CHIMERA augura una serie de estudios futuros que podrían redefinir las teorías sobre la evolución de las galaxias enanas.
Autor: Jorge Rojas